Supongamos que en un plano firme yace una placa delgada de gran tamaño y de la cual se ha recortado una pequeña cruz (Fig. 1.15).
Supongamos que la longitud de la cruz es mucho mayor que la anchura del brazo
. Supongamos que la cruz se desliza horizontalmente por la
placa de tal manera que en la física clásica ocupe su nicho (por ejemplo, cayó
en él a causa de la fuerza de gravedad). Elijamos una velocidad relativa de
movimiento
de tal modo que la longitud, de acuerdo a las fórmulas relativistas,
se contraiga dos veces (o más). Notemos que el centro de gravedad de la cruz (el
punto
)
se encuentra así mismo en en el centro del brazo. Consecuentemente, el
movimiento vertical de la cruz (la caida o el giro del extremo delantero) es
posible sólo si: (1) el centro
y toda la línea central del brazo (
) se encuentran
sobre un espacio vacio, y (2) ninguno de los puntos
tienen
apoyo. Desde el punto de vista de un observador sobre la cruz, ésta se deslizará
sobre el nicho que se ha reducido dos veces, ya que sobre la placa se apoyará
siempre o el brazo y uno de los extremos o ambos extremos. El famoso truco
mediante el giro de la varilla no puede darse aquí (analizaremos tal problema
más adelante). No obstante, desde el punto de vista del observador sobre la
placa, la cruz (que se ha reducido dos veces) cae al nicho. Así pues, tenemos
dos sucesos diferentes: ¿ocurrió así la caida (un empujón sobre el plano)
o no? ¿Y que pasará con el observador que esté en el nicho (lo aplastará o no)?
¿O para salvarse necesita urgentemente acelerarse hasta la velocidad de la cruz?
¿O es necesario que esté cerca del extremo
(o
), a donde no llegará la cruz
reducida?