El presente libro fué creado como una reseña crítica de la buena apologetica de la teoría de la relatividad. Es pesado dar una crítica congruente de una teoría que nos han metido en la cabeza durante nuestro proceso de formación una y otra vez y desde diferentes puntos de vista (empezando por el pupitre escolar): no importa por donde se empiece la exposición, inmediatamente vienen a la mente las respuestas estereotipadas ("las proviciones caseras inprovisadas"). Además, encontrar una lógica de exposición, habitual para cada uno, es simplemente imposible (la multiplicidad de las variantes), tanto como incluir de una vez la discución de todos los matices en un mismo lugar del libro. Por eso el autor espera contar con la paciencia y benevolencia del lector. Lo más probables es que el lector que haya llegado hasta el presente epílogo estará de acuerdo con que la mayoría de las improvisadas "preguntas en las alas del libro" fueron resueltas en la exposición subsiguiente. Intentando intersectar de manera administrativa incluso la más mínima duda sobre la teoría de la relatividad, uno de los académicos la comparó con las tablas de multiplicar. Al parecer, si alguien escribiese una franca tontería pero entre los párrafos introdujese ejemplos de la tablas de multiplicar, este académico podría considerar con la "conciencia tranquila" que la "teoría" es verdadera y exortaría a quienes dudasen a comprobar los "cálculos matemáticos". Pero la física no son "ganchos" (independientemente de su veracidad) sino cómo está relacionado todo lo que está "alrededor de los ganchos" con la realidad circundante. Este libro afectó precísamente a la física. ¿Cuál fue, pues, el resultasdo de la exposición? En el libro se mostró un conjunto de problemas metódicos y lógicos de la teoría de la relatividad. La existencia de "problemas de explicación" metódicos conducen a que hay que "inflar" la teoría en un lugar vacío. Y la existencia de contradicciones lógicas pone punto final al desarrollo de cualquier teoría física. En el Capítulo 1 sobre la base de experimentos mentales se demostró la contradicción lógica de de la cinemática de la TER. El Capítulo 2 estuvo dedicado a las contradicciones lógicas de la TGR. En el Capítulo 3 se mostró la completa falta de fundamentos experimentales de la teoría de la relatividad. El Capítulo 4 demuestra la contradicción de los conceptos dinámicos relativistas y analiza la posibilidad de la interpretación clásica de la dinámica relativista. La conclusión general del libro consiste en la necesidad de regresar a los conceptos clásicos de espacio, tiempo y de todas las magnitudes derivadas, de regresar a la interpretación clásica de todos los conceptos dinámicos, en la posibilidad de las interpretaciones clásicas de la dinámica relativista y en la necesidad de una investigación experimental adicional de una serie de fenómenos en la región de altas velocidades. Si el autor consigió "romper el encantamiento de la TER", entonces la meta local del presente libro fue en gran medida alcanzada. El lector puede informarse sobre algunos momentos adicionales de la crítica de la teoría de la relatividad y teorías aledañas en los artículos y libros cuya lista, distante de ser completa, se incluye al final del libro (los títulos hablan por ellos mismos).
Si se mira con detenimiento la historia convencional de la humanidad más próxima surge la sensación de que alguien " aposto un centavo" a que: se puede engañar a toda la humanidad (y en primer lugar a que se puede "competir cerebro con cerebro" con los " especialistas calificados"). Y esto resultó posible incluso en tal área comparativamente exacta del conocimiento como la física. Incluso ya Albert Einstein se asombraba de que todo aquello que tocaba se convertía sino en oro, como en el cuento, sí en una sensación periodística. Y él dudó hasta el final de su vida de la justeza de su engendro. Otra cuestión son aquellos que existen ahora BAJO la teoría de la relatividad e intentan por medios administrativos consolidar su posición para siempre. Tomemos, por ejemplo, la creación de la "Comisión para la lucha contra la pseudociencia". Pareciera que se declara el fin mas noble: salvar al estado de ser saqueado por los charlatanes. No obstante, en la mayoría de los otros paises no hay estructuras análogas y no sucede nada con sus bolsillos. Y en nuestro pais siempre existió la práctica de realizar pruebas de peritación antes de tomar resoluciones financieras. Y en el plano ideal la sociedad científica tiene ella misma la capacidad de filtrar las ideas erroneas y más aun una inmunidad contra la charlatanería. La situación se aclara cuando se sonoriza la opinión de que todo aquel que no esté de acuerdo con la teoría de la relatividad no es físico. Para cualquier otra cuestión pueden existir diferentes opiniones, teorías, escuelas, etc. Pero aquí de repente se encontró el " ombligo de la Tierra": no está permitido discutirlo. Y que hacer con los físicos hasta hasta el año de 1905: ¿ellos ya no son físicos? ¿Y con aquellos físicos (incluidos algunos muy famosos e incluso premios Nobel) del siglo 20 que no estuvieron de acuerdo con las interpretaciones de la teoría de la relatividad? ¿Tampoco son físicos? ¿Cómo puede en general desarrollarse la ciencia sin la libre discución de las ideas y su comprensión paulatina? Es conocida la aseveración de que a lo largo de toda la historia de sus existencia nadie comprendió la teoría de la relatividad, ni su creador mismo. Y los relativistas declaran con orgullo que no hace falta entenderla (sino sólo recordar mecánicamente y realizar determinados proicedimientos, ya que la comprensión y claridad son inferiores a su dignidad). Prácticamente se ha creado un nuevo IDOLO de IDEAS para el apostolado (y ya hay sacerdotes a su servicio).
Desafortunadamente, la situación respecto a la teoría de la relatividad es difícil de resolver con ayuda de publicaciones individuales. Incluso si la mayoría de los científicos comprende la falsedad de la teoría de la relatividad, de cualquier modo "juzgar esta bonita burbuja" sera una tarea nada fácil. Por cierto, sería interesante realizar una encuesta entre la gente con una formación física: ¿considera que la interpretación de la teoría de la relatividad es cierta o falsa? Si la encuesta es anónima (puesto que hasta hace muy poco al manifestarse contra la TER se " organizaba" la expulsión de la Academia de ciencias), el autor está dispuesto a aceptar su resultado. Pero esto puede ser insuficiente. Hay que cambiar la cultura misma de las realciones científicas para que una cantidad suficiente de científicos pueda expresar abiertamente, siguiendo los pasos de Aristóteles (" el amigo Platónico"): "La VERDAD es mas valiosa" que un sueldo de cien dolares (este es un refrito contemporáneo de la historia). El punto final en la pregunta sobre la teoría de la relatividad podrá ser puesto sólo cuando se tome la resolución sobre el cambio correspondiente en los programas de enseñanza en los colegios y en las instituciones de educación superior y sobre el cambio en los programas de los exámenes, incluyendo los de doctorado y posdoctorado.
Ya desde lo tiempos de estudiante el autor experimentaba una insatisfacción interior con la teoría de la relatividad, la cual introduce contradicciones en la percepción del mundo otorgada por Dios al hombre. Empero, en aquel entonces no había en escencia nada que discutir y hubía que asimilar el material incluido en el programa. Al parecer, muchos científicos e ingenieros guardaron en su memoria una insatisfacción semejante (el autor conoce la opinión de algunos de tales científicos). Frecuentemente esto conduce a perder el interés en los problemas fundamentales de la física y a la enclaustración de los científicos en aquella área de investigación donde ellos están seguros de los fundamentos de la ciencia, de sus métodos y de sus resultados.
Claro, el sistema soviético (y ahora Ruso) de educación siempre se distingió del sistema occidental de educación en el plano positivo por que otorgaba un conocimiento universal y no un conocimiento "de tipo mosaico". Aun así ambos sistemas tiene una falla. Están orientados hacia una asimilación de una gran cantidad de material por los estudiantes ("moverse por el carril") y no hacia el desarrollo por ellos mismos de la capacidad autónoma de reflexión (pero la mayoría de las teorías existentes no respondió a todas las preguntas en sus respectivas áreas). Y después de que se ha estudiado todo el material (todas las respuestas verosímiles) y se han presentado y aprobado de la forma exigida los exámenes correspondientes, no cualquiera ni mucho menos encuentra fuerzas y el deseo para regresar al material estudiado y aunque sea para él mismo penetrar en la verdad de las teorías estudiadas.
Es una sunto extraño, pero en los libros de texto no se puede encontrar mención de los desacuerdos y de los cientos y miles de problemas que hay ante cada área de la física (una excepción agradable son los Clases de Física de Feynman). Estas no son tareas fijas del tipo "calcular algo o demostrar la existencia de la solución" (tales problemas estan relacionados más bién con las matemáticas que con la física). La física se ocupa de aquello que " está tras las ecuaciones": del sentido físico de las magnitudes y las leyes, de la construcción de modelos, de la interpretación de los experimentos y de las soluciones teóricas.
Incluso algunos grandes científico intentan apagar el interés hacia la física. De vez en vez aparecen sus manifestaciónes sobre el "fin cerano de la ciencia". La situación tiene el aspecto como de que ellos van a determinar " una estrategia del fin" y nosotros debemos ajetrearnos rápidamente y "sin pensarlo dirigirnos a calcular el miembro número 108 en alguna tercera aproximación". El autor considera que lo más importante que puede aprender el hombre es: pensar por él mismo. Por eso en el presente libro el autor no ofrece teorías alternativas a la teoría de la relatividad. El recordatorio breve de algunas hipótesis famosas pácticamente sin crítica (el "látigo" debe ser adecuado a las pretenciones de la teoría) no cuenta.
Y por último. Se quisiera soñar. ¿Puede algo cambiar en la comunidad física hacia el lado positivo? Primero sonoricemos los problemas existentes. Desafortunadamente el siglo pasado nos llevó a un empeoramiento significativo de la cultura de las relaciones científicas. Si antes los científicos "no se apuraban a ningún lado" y podían estudiar a fondo durante decadas fenómenos individuales, dejando las tareas no resueltas a sus herederos (recordemos el "Yo no invento a la hipótesis" de Newton), el siglo pasado introdujo sus correcciones. Surgió una relación arrogante hacia los conceptos, métodos e ideas del pasado. En nuestro siglo, un rompeolas, casi todo se conoce ya que "buceamos" a tales profundidades del edificio del Universo y volamos al cosmos. Aunque en realidad la mayoría de los problemas "bajo nuestros pies y a nuestro alrededor" se quedaron en el mismo nivel que cien años atrás (y en otras áreas simplemente es más dificil distinguir la realidad de los resultados de las interpretaciones declarativas: hay menos testigos). El principal criterio de evaluación de los científicos se ha vuelto la cantidad de publicaciones (como si una decena de cascaras resecas pudiera sustituir a una jugosa naranja). Los premios Nobel, uno de cuyos criterios es la "novedad" ilusoria (en vez de la eterna VERDAD), han jugado un papel no despreciable en esta " apuración". En honor a la verdad hay que notar que el sano conservadurismo del comite Nobel de inicios del siglo 20 no permitió distinguir con este premio ni a la TER ni a la TGR. Aun así la propaganda paracientífica lentamente fue desgastando los pilares éticos y la política de "divide y vencerás" se introdujo paulatinamente en el medio científico. De comunidad de personas que buscan la VERDAD, la comunidad científica se transformó en muchos casos en una estructura competitiva de clanes para hacer dinero (donde incluso la bibliografía citada no se intesecta en un tema).
¿Que quisiera uno ver como ideal? Quisiera uno que los científicos tendieran a hacer un fenómeno complejo más comprensible y no se ocultasen tras el cientificismo (el "nivel de altura" de las fórmulas debe corresponder a su significado). Quisiera uno que los científicos llegaran a los seminarios no para formular su pregunta y "patear" al ponente sino que llegaran para entender que es lo que propone uno u otro ponente y no "vaciar al niño junto con el agua". Quisiera uno que los científicos estuvieran preparados para reconocer sus errores (no hay nada funesto ni en los errores ni en reconocerlos) y para buscar la VERDAD en la ciencia y no luchasen por su nombre en la ciencia. Quisiera uno que los autores de artículos no corriesen tras la cantidad y no "disolvieran" sus nuevos trabajos con los resultados ya publicados anteriormente. Quisiera uno que de los trabajos de diferentes niveles - del tipo " esto no hace falta publicarlo", " esto puede no publicarse", " esto se puede publicar" y " esto no se puede no publicar"- los autores se esforzaran por publicar sólo los dos últimos tipos de trabajos. Quisiera uno que los recensores tomaran muy en serio su trabajo (de lo contrario en la enorme corriente de "información amistosamente mojada" no se puede uno orientar y, como en el chiste, hay que elegir entre ser lector o escritor). Quisiera uno que las escuelas científicas aprendieran lo mejor de su lider y no sus peores modales externos (del tipo "todo esto no es cierto", ¿no adivinaste? entonces "todo esto es conocido hace mucho", ¿no adivinaste nuevamente? " entonces esto no es interesante para nadie" y puesto que ese "nadie" es el recensor solamente, después se puede " andar por el mercado buscando comoprador" el tiempo que sea). Puede que valga la pena alejarse de la irresponsabilidad colectiva del "grupo de compañeros" y publicar quién hizo la recención del artículo, quién de los redactores recomendó el artículo, y en calidad de apéndice poner en las últimas páginas de la revista que artículos se desecharon y por quién (¿y quizá la negativa a la recención?). Quisiera uno que las revistas científicas fuesen no el medio de expresión de la opinión del redactor en jefe y de su colectivo selccionado por él, sino que representara en realidad todo el espectro de opiniones para los temas científicos. Quisiera uno que los criterios principales exigidos a los artículos científicos fueran la ausencia de contradicciones lógicas, de errores matemáticos y el acuerdo con el experimento (como se acostumbra, por ejemplo, en la revista GALILEAN ELECTRODYNAMICS). La existencia de otra teoría convencional (para el momento dado) no debe influir en la consideración de un trabajo. Quisiera uno que los sueños expuestos arriba se cristalizaran en las acciones de personas reales. Soñar, pero soñar EN GRANDE.
Taducción del original ruso:
M. C. Físico-Matemáticas Oscar Ramírez
Hernández